martes, 29 de noviembre de 2011

0 Ahora mi único vicio es Dios...

Desde los 6 años andaba por las calles de San Isidro y a los 15 ya estaba harto de aquella vida, donde abundaban las drogas, el hambre y el maltrato
Jose Castro Vargas es un joven de 16 años y medio, admirado por muchas personas que lo conocieron en el bajo mundo de las drogas pidiendo dinero para saciar sus vicios, porque desde hace un año y cuatro meses, confió en que Dios lo iba a sacar de ese precipicio... y así fue.














Jose Castro Vargas, valiente joven que nos contó su historia.

Algunos todavía dudan en que no vuelva a caer y él como ser humano no lo descarta, pero constantemente repite “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” y asegura que ahora Dios camina delante de él, porque es una criatura nueva que le gusta dar testimonio de su cambio.
Tiene 10 hermanos y vive con su abuela Flory Vargas en Barrio El Pocito en Pérez Zeledón, porque según dijo, desde pequeño ha tenido problemas con su familia, en los que no quiso entrar en detalles.
Llegó a las calles de San Isidro de El General a la corta edad de 6 años, cuando debía estar cursando el kinder o quizás la primaria y pedía dinero para llevar alimentos a su casa, pero a los 9 años ya fumaba cigarros y ya no sólo pedía para comer, sino también para su vicio.

Probó el cemento
A los 10 años era ayudante en un almacén, pero tuvo un problema con una jefa de personal y se fue a las andadas con sus “amigos”. En la playa inició el calvario de las drogas al oler cemento por primera vez, porque un amigo le dijo que con eso se olvidaba de todos los problemas que tenía.
“El viaje mío era el cemento, pero después me robé un radio y empecé a hundirme en el vicio. Las denuncias en la Corte también aumentaron. Mi mamá me dijo un día que prefería verme fumando que estuviera de vago y eso me afectó mucho”, expresó.
Pero el verdadero cambio se empezó a dar un 25 de diciembre al ver que muchas personas iban a recibir regalos y él no. “Le dije a Dios que duro, todo el mundo con regalos y yo nada, entonces el Señor empezó a tocarme”, dijo.

Una señal
 Aquel primer deseo de cambiar no era muy fuerte, porque asegura que seguía en las drogas, pero al contarle a un hermano que creía en Dios y que quería salir de ese oscuro mundo, se burló de él, lo cual produjo una reacción en el joven callejero a tal punto de decirle que ojalá el Señor no lo castigara.

“Yo digo que Dios me envió una señal, porque después de que le dije eso a mi hermano le dio un paro cardíaco y duró dos meses en el hospital. Pienso que Él le dio una advertencia a mi hermano para que yo creyera que existía un ser Supremo”, indicó.
No obstante, pese a aquella señal, José cuenta que se fue para el centro de la ciudad y un muchacho le regaló una caja de piedras de crack y se las fumó todas, pero reflexionó sobre lo que había hecho, se arrepintió y dijo que Dios iba a hacer su voluntad en él.
Volvió a pedir trabajo en el almacén de donde había salido, pero siguió fumando y tomando licor; además, andaba con mujeres y según dijo, se iba para un colegio local a fumar marihuana; sin embargo, considera que Dios seguía tratando con él y entonces se fue para la casa del dueño del negocio, donde habían 15 jóvenes más con deseos de superarse.

“Me hice cristiano”
Ya en la casa del dueño del negocio donde trabajaba se hizo cristiano y frecuentaba Ministerios Casa del Banquete. Afirma que a partir de aquí Dios empezó a hacer la obra en él, porque el Señor tiene un propósito para cada hijo suyo.
“Yo soy testimonio de Él y Dios me usa para dar testimonio, hasta ahí mismo donde trabajo, porque la gente me ve y se sorprende del cambio”, aseguró.
Como a los cinco meses de haber aceptado a Dios en su vida, este joven asegura que dejó el vicio del fumado, pero no fue hasta que decidió aguantar todo un día sin probar un cigarro, entonces al día siguiente vio que no era imposible y a partir de ahí, sostiene que el Todopoderoso empezó a tratar con él.
“Iba a congregarme y le decía a Dios que me guiara, protegiera y que todo lo que hiciera fuera la voluntad de Él. Ahora siempre voy a escuchar la palabra de Dios los domingos y desde entonces mi vida ha cambiado”, expresó.

Lo más difícil
Consultado sobre lo más difícil que vivió en las calles, José se apresura a decir que le dolía que siempre andaba mojado como un pollito sin gallina, así como los maltratos de policías, hambre y el desprecio de la gente.
A pesar de que estuvo en esa vida hasta los 15 años, dice que casi no dormía en las calles, sino que se pasaba toda la noche caminando. “Aguantaba unos tres días y regresaba a la casa”, añadió.
Sobre la situación de la drogadicción en San Isidro, este joven asegura que lo que más se consume es marihuana, crack, cocaína y pastillas de las que toman las personas con problemas mentales.
“Yo llegué a consumir cemento, piedra, marihuana, alcohol y sólo una vez probé la cocaína. También le conseguía droga a algunos gringos y cuando tenía plata vendía piedra”, subrayó.

Antes y ahora
Antes José se levantaba, desayunaba y se iba a las calles a pedir dinero para consumir drogas. Afirma que estuvo hasta seis días sin dormir, aguantaba hambre, padecía de gastritis y se adelgazó muchísimo. Sin embargo, ahora su vida dio un giro de 360 grados, ya que se levanta a las seis, desayuna y trabaja de siete de la mañana a siete de la noche, en dos empresas diferentes.
Cuando estaba en las drogas el tiempo era lo de menos, pero ahora debe organizarse para que le alcance, ya que también está estudiando para terminar la primaria pues su deseo es sacar el bachiller y estudiar Derecho, Educación o terminar siendo futbolista, porque reveló que adora el fútbol.

Estoy entrenando con La Generaleña de Gilberto Martínez, soy delantero y me motiva mucho cuando el “Tuma” me manda saludes desde Italia y me incentiva para que siga el buen camino, lo cual me anima mucho”, manifestó.
Sus ex compañeros de la calle, al ver el verdadero cambio que ha tenido José, ya no lo invitan a consumir drogas como antes, más bien le dicen que se mantenga firme, porque ahora él es ejemplo de ellos.
“Ahora ando con gente que Dios me pone en el camino, que me da buenos consejos y trata de ayudar”.
Después de ser un joven hundido en las drogas, el alcohol y el desorden, por el que cualquier persona sentía lástima, ahora José Castro es admirado por su visible transformación, ya que es un joven trabajador, deportista, estudioso y muy creyente en Dios.
“Yo lo único que le digo a la gente es que se fijen en lo que Dios está haciendo en mi y no sólo en mí porque uno es débil. Dios hace muchos milagros y todavía hay gente que no cree en Él”, finalizó.

 Aquí en la tienda donde ahora se gana honradamente su dinero.



  

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