martes, 8 de noviembre de 2011

0 el trago amargo de Jesus

Jesús horas antes de su muerte, estaba muy angustiado... Muchas veces antes había pasado conversando con el Padre para que le diera la fortaleza necesaria para que pudiese resistir ese trago amargo que recibiría por culpa de la humanidad.

La noche antes de su muerte fue muy distinta a las demás. Fue a buscar tres veces a sus discípulos porque estaba percibiendo que la presencia del Padre se esta empezando a retirar del Él..

"Es tal la angustia que me invade, que me siento morir —les dijo—. Quédense aquí y manténganse despiertos conmigo."

Yendo un poco más allá, se postró sobre su rostro y oró: "Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú." (Mateo 26:38-39)

El trago amargo que Jesús no quería sentir era que ya no iba a tener al Padre y al Espíritu Santo de su lado, pues lo abandonarían ya que Jesús estaba a poco tiempo de volverse pecado.

Lucas en su Evangelio lo describe:

Entonces se le apareció un ángel del cielo para fortalecerlo. Pero, como estaba angustiado, se puso a orar con más fervor, y su sudor era como gotas de sangre que caían a tierra. (Lucas 22:43-45)

La llegada del ángel lo fortaleció, pero lo angustio más. Por otro lado el ángel aparentemente ayudo a Jesús, pues la presencia del Padre debía retirarse de Él.

El ángel le quiso dar a entender que, aunque el Padre ya no estaba con Él, las huestes de ángeles estaban observándolo asombrados y sin aliento, mostrándole su apoyo.

Al Señor le entristeció también la llegada del ángel, pues el Padre ya no le estaba hablando directamente, sino a través de un siervo suyo.

- Jesús estaba experimentando la desolación del Infierno!

Imaginemos que amor mas grande, que Cristo había optado someterse a dolor y a vergüenza sin poder usar su poder divino, sin el consuelo del Espíritu Santo y sin el apoyo del Padre.

Unas 14 horas después, luego de casi 6 horas en la cruz, la intensidad del dolor y la angustia espiritual que sentía Cristo no pudo más y lo llevo a hacer el grito:

Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? (Mateo 15:34)

PARA QUE JESÚS NOS PUDIERA REDIMIR, ERA NECESARIO QUE PASARA UNA DURA PRUEBA SIN PECAR Y QUE SUFRIERA LA MUERTE EN TODO HORROR.

Después de recibir el trago de vinagre del soldado romano, Él se dio cuenta que había vencido la copa de la ira de Dios contra el pecado.

Esto lo llevo a dar el grito del triunfo:
Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu. (Juan 19:30)

Todo lo que le restaba hacer era morir físicamente...

Al meditar en esta escena, no podemos dejar pasar el dolor que el Padre y el Espíritu Santo han de haber sentido al ver al Hijo (tercera persona de la trinidad) sufrir y morir desamparado y en soledad.

Para que Dios pudiera perdonarnos todos nuestros pecados, era necesario que el Hijo, quien se había vuelto parte del genero humano, sufriera sin pecar y muriera de una manera horrible para hacer la redención total.

- Que amor tan increible!

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